1491 – 1556 . La cualidad primordial de San Ignacio de
Loyola fue el equilibrio en medio de la grandeza: equilibrio superior de las
facultades y equilibrio del hombre de acción y contemplativo.
Las etapas principales de la vida de Ignacio jalonan el
itinerario de la acción profunda que ejerció sobre su tiempo: el nacimiento en
el País Vasco de una antigua familia de caballeros hacia el 1493; la herida de
Pamplona (1521); la fundación de la Compañía de Jesús en París en la colina de
Montmartre (1534); la aprobación romana (1540), que señala el comienzo de una
actividad fuertemente coordinada hacia la resistencia ofrecida al
Protestantismo, y, sobre todo, hacia el trabajo en servicio de la Reforma católica,
la expansión misionera de la Iglesia y la educación cristiana de la
juventud. Mas, en la base de toda esta actividad, se
encuentran los indecibles recuerdos místicos de Manresa (1523) y toda la
experiencia espiritual, cuya imagen queda plasmada en los Ejercicios y en la
pasión que sentía Ignacio por la mayor gloria de Dios, su amor varonil a Jesús
y a Dios nuestro Señor y su entrega incondicional a la Iglesia y al
pontífice romano.
Con estos sentimientos moría Ignacio en Roma el 31 de julio
de 1556. Todos podernos hacer nuestra la oración que él dirigía con frecuencia
a Cristo: «Que te conozca íntimamente a fin de amarte con mayor amor y seguirte
con más diligencia». San Ignacio de Loyola, nacido en
Loyola-Azpeitia (España), proyectó originalmente ser soldado, pero cuando un
cañonazo francés destrozó su pierna, su carrera militar terminó abruptamente.
Digamos de pasada que su pierna fue recompuesta tan mal en
un principio que tuvo que ser rota de nuevo y otra vez recompuesta, sin el
beneficio de un anestésico. Aunque San Ignacio sea el
patrón de los soldados, también sería un buen patrón para los estudiantes
reiterativos, pues tenía más de treinta años cuando volvió a la escuela y no se
licenció hasta los cuarenta y tres.
Volver a la escuela no es tan raro hoy como en tiempos de
Ignacio. Los estudiantes más viejos tienen muchas ventajas sobre
los más jóvenes. Como desean estar en la escuela, tienden a trabajar más y a
aplicarse con mayor diligencia. Se toman en serio sus estudios porque se toman
en serio a sí mismos.
Si San Ignacio pudo asistir a clases con estudiantes a los
que doblaba en edad, para luego, además, fundar la Compañía de Jesús, una de
las órdenes religiosas más importantes del mundo, todavía tienes tiempo para
ser lo que deseas...
Oremos
Señor Dios, que suscitaste en tu Iglesia a San Ignacio de
Loyola para que extendiera más la gloria de tu nombre, concédenos que, a
imitación suya y apoyados en su auxilio, libremos tambien en la tierra el noble
combate de la fe, para que merezcamos ser coronados juntamente con él en el
cielo. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
(Martes de la 17ª Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo B - )
1) Oración inicial
¡Oh Dios!, protector de los que en ti esperan; sin ti nada es fuerte ni santo. Multiplica sobre nosotros los signos de tu misericordia, para que, bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros que podamos adherirnos a los eternos. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Mateo 13,36-43 Entonces despidió a la multitud y se fue a casa. Y se le acercaron sus discípulos diciendo: «Explícanos la parábola de la cizaña del campo.» Él respondió: «El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del Reino; la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
De la misma manera, pues, que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los obradores de iniquidad, y los arrojarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.
San Pedro Crisólogo («Palabra de oro»), nació probablemente
en Imola hacia el 380. Cuando fue elegido como obispo de Rávena (entre 424 y
431), la antigua ciudad se hallaba en el apogeo de su grandeza imperial, bajo
el gobierno de Gala Placidia. El obispo
Pedro dio pruebas de ser un político de valer, permaneciendo
totalmente fiel a las tareas de su oficio pastoral.
Predicó mucho. Han llegado hasta nosotros cerca de 180 de
sus sermones. Se trata de breves exhortaciones (Pedro predicaba menos de un
cuarto de hora), de homilías acerca de la Escritura o del año litúrgico,
preparadas para instruir con sencillez e impulsar al pueblo cristiano a vivir
conforme al Evangelio.
No se advierten ellas ni la inspiración literaria de
Agustín, ni la teología de León Magno - los dos contemporáneos de Pedro -, pero
el pueblo de Rávena, altos dignatarios de la corte o marinos del puerto de
Classe, veían en ellas unas palabras henchidas del calor adecuado a la vez que
una enseñanza que nunca se apartaba de su vida.
El obispo se imponía a sí mismo voluntariamente el predicar
de una manera tan sencilla: «Nuestras palabras, dice, han sido sepultadas con
Cristo», «Hay que hablar al pueblo con el lenguaje del pueblo». Según la
Crónica pontifical de Rávena, el obispo Pedro I murió un 31 de julio (antes del
451).
(Lunes de la 17ª Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo B - )
1) Oración inicial
¡Oh Dios!, protector de los que en ti esperan; sin ti nada es fuerte ni santo. Multiplica sobre nosotros los signos de tu misericordia, para que, bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros que podamos adherirnos a los eternos. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Mateo 13,31-35 Otra parábola les propuso: «El Reino de los Cielos es semejante a un grano de mostaza que tomó un hombre y lo sembró en su campo. Es ciertamente más pequeña que cualquier semilla, pero cuando crece es mayor que las hortalizas, y se hace árbol, hasta el punto de que las aves del cielo vienen y anidan en sus ramas.» Les dijo otra parábola: «El Reino de los Cielos es semejante a la levadura que tomó una mujer y la metió en tres medidas de harina, hasta que fermentó todo.» Todo esto dijo Jesús en parábolas a la gente, y nada les hablaba sin parábolas, para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Abriré con parábolas mi boca, publicaré lo que estaba oculto desde la creación del mundo.
El capítulo general de los lefebvrianos concluyó hace algunos días; la Santa Sede había solicitado una respuesta por parte del grupo tradicionalista, que debería susribir el “preámbulo doctrinal” para lograr el reconocimiento canónico de la Fraternidad San Pío X y la plena comunión con Roma. Pero el recorrido parece todavía muy difícil. En una carta del 18 de julio, el secretario general de la Fraternidad, don Christian Thouvenot, envió a todos los superiores de los distritos resumen de la situación de las relaciones con el Vaticano, indicando cuáles son las condiciones irrenunciables (“sine qua non”) que la Fraternidad ha establecido antes de que las autoridades romanas otorguen el reconocimiento canónico.
La primera condición: «Libertad de custodiar, transmitir y enseñar la sana doctrina del Magisterio constante de la Iglesia y la verdad inmutable de la Tradición divina; la libertad de defender, corregir, reprender, incluso públicamente, a los autores de errores o las novedades del modernismo, del liberalismo, del Concilio Vaticano II y de sus consecuencias».
La segunda condición: «El uso exclusivo de la liturgia de 1962. Custodiar la práctica sacramental que nosotros seguimos actualmente» (ordenaciones, confirmaciones, matrimonios).
La tercera condición, «la garantía de, por lo menos, un obispo».
En la carta se citan otras tres condiciones, pero que no serían vinculantes: la posibilidad de tener tribunales eclesiásticos propios de primer grado; la excención de las casas de la Fraternidad de la relación con los obispos diocesanos, una comisión pontificia para la Tradición que dependa del Papa y en la que la mayor parte de los miembros, además del presidente, estén de acuerdo con la Tradición.
"El gran silencio" muestra por primera vez el día a día dentro del Grande Chartreuse, el monasterio de referencia en los Alpes franceses de la legendaria orden de los Cartujos. Una película austera, cercana a la meditación, al silencio, a la vida en estado puro. Sin música excepto los cantos de los monjes, sin entrevistas, sin comentarios, sin material adicional. Cambian las estaciones, los elementos cotidianos se repiten. Una película que no representa un monasterio sino que lo muestra. Una película sobre la presencia absoluta, sobre unos hombres que entregaron su vida a Dios en su forma más pura: la contemplación.
(Domingo de la 17ª Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo B - )
1. Invocación al Espíritu Santo
Padre nuestro que estás en los cielos
y nos has entregado a tu Hijo predilecto,
envíanos tu Espíritu,
para que podamos comer y gustar lo que nos das.
Danos hoy el pan cotidiano del cuerpo y del espíritu
y haz que susciten en nosotros el hambre y la sed
de Ti, de tu palabra y de tu banquete,
en el que nos saciarás de tu presencia,
de tu amor y de tu shalom (paz),
en la alegría de los hermanos que nos das hoy,
para que compartamos con ellos el pan material y espiritual. Amen.
2. Lectura
a) Premisas y claves de la lectura bíblica y litúrgica:
* Nuestro pasaje tiene una particularidad singular: narra el único texto "infraccionado" de los evangelios. De hecho, en total, se narra seis veces (una, en Lucas y Juan; dos en Marcos y Mateo, respectivamente). Más allá de la valoración histórico-crítica de esta insólita frecuencia, es evidente que la tradición cristiana primitiva dio a este pasaje una gran importancia.
* Las relaciones literarias con otras narraciones evangélicas son muy discutidas, pero actualmente no se pueden establecer definitivamente cuáles sean las relaciones directas o indirectas entre las distintas narraciones evangélicas. El paralelo más cercano a Juan, parece ser aquí, el primer texto de Marcos (6,30-54), pero Juan lo habría extraído de una fuente autónoma que ha reelaborado de tal modo que estuviese en estrecha relación con el sermón que le sigue.
* Como sucede a menudo en el cuarto evangelio, al "signo", que en este caso sería el milagro, se le une un sermón de gran importancia teológica. En este caso, el sermón que sigue y que comprende prácticamente todo el capítulo sexto, es el sermón sobre "el pan de la vida" (6,29-59), la gran fuente de reflexión teológica sobre el sacramento de la eucaristía.
* En todo el texto se ponen de relieve, palabras, ideas y gestos, característicos de la liturgia cristiana, por lo cual parece que está muy unido con la tradición litúrgica de la celebración eucarística, sobre todo teniendo en cuenta que el evangelio de Juan no narra la institución de la Eucaristía.
* En el ciclo litúrgico de este año, basado en el evangelio de Marcos, se incluye aquí una serie de evangelios dominicales tomados del evangelio de Juan. La inserción se realiza, justo en momento en el que se debería leer la multiplicación de los panes. La elección de la primera lectura es un ejemplo claro de la relación entre ambos testamentos: se trata de una multiplicación de panes realizada por el Profeta Eliseo (2 Re 4, 42-44). El paralelo entre ambos milagros ilumina el aspecto profético de la persona de Jesús. A su vez, la segunda lectura (Ef 4, 1-6) subraya uno de los aspectos de la vida eucarística de la Iglesia: la comunión que se construye en torno a Cristo y se alimenta del único pan eucarístico.
* Los temas mayores de este pasaje son aquellos relacionados con la simbología del pan y el compartir el alimento, también en perspectiva escatológica. Otros motivos importantes presentes en el texto son los de la fe en Jesús y en su modo de interpretar el mesianismo, mostrado aquí bajo la filigrana de la figura veterotestamentaria de Moisés.
b) El texto:
Evangelio según San Juan 6, 1-15. 1 Después de esto, se fue Jesús a la otra ribera del mar de Galilea, el de Tiberíades, 2 y mucha gente le seguía porque veían las señales que realizaba en los enfermos. 3 Subió Jesús al monte y se sentó allí en compañía de sus discípulos. 4 Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos. 5 Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: "¿Donde vamos a comprar panes para que coman éstos?" 6 Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer. 7 Felipe le contestó: "Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco." 8 Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: 9 "Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?" 10 Dijo Jesús: "Haced que se recueste la gente." Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos 5.000. 11 Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron. 12 Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: "Recoged los trozos sobrantes para que nada se pierda." 13 Los recogieron, pues, y llenaron doce canastos con los trozos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. 14 Al ver la gente la señal que había realizado, decía: "Este es verdaderamente el profeta que iba a venir al mundo." 15 Dándose cuenta Jesús de que intentaban venir a tomarle por la fuerza para hacerle rey, huyó de nuevo al monte él solo. Palabra del Señor
Fue Mártir, murió alrededor del 305. Según la leyenda él era
el hijo de un pagano rico, que se llamaba, Eustorgius de Nicomedia, y fue
instruido en el Cristianismo por su madre que era Cristiana, Ebula. Luego se
convirtió en extraño al Cristianismo. Estudio medicina y se convirtió en físico
del emperador Maximianus. Regresó al Cristianismo por el sacerdote Hermolaus.
Luego de la muerte de su padre, él obtuvo la posesión de una gran fortuna.
Sus colegas celosos lo acusaron al emperador durante la
persecución de Diocletian. El emperador deseaba salvarlo e intento persuadirlo
a que renuncie a su fe. Sin embargo, Pantaleón confeso abiertamente
su fe, y como prueba de que Cristo es el verdadero Dios, curó a un paralítico.
A pesar de esto, fue condenado a muerte por el emperador quien miró el milagro
como un acto de magia. Según la leyenda, la carne de Pantaleón fue primero
quemada con antorchas; Cristo se le apareció ante todos en forma de Hermolaus,
para consolidar y curar a Pantaleón.
Las antorchas fueron extinguidas. Luego
de esto, cuando un baño de plomo liquido fue preparado, Cristo en la misma
forma caminó en la caldera con él, el fuego se extinguió y el plomo se
convirtió en frió. Luego fue lanzado al mar, pero la piedra amarrada a su
cuerpo con la cual fue lanzado flotaba.
Lo lanzaron a las bestias salvajes, pero estas aduladas
sobre él y no podía ser forzado lejos, hasta que él las bendijo.
Pantaleón fue atado a la rueda, pero la soga hizo presión, y la rueda se
rompió. Hubo intento de decapitarlo, pero la espada se dobló, y los ejecutores
se convirtieron. Pantaleón imploro al cielo para que los perdonen, por lo cual
él recibió el nombre de Panteleemon(el todo-compasivo).
Era imposible hasta que él mismo decidió que era posible
decapitarlo. Las vidas que contienen estas características
legendarias son todas tarde en fecha y sin valor. Con todo el hecho del
martirio, por si mismo parece probar por veneración, por lo cual es un
testimonio temprano, entre otros de Theodoret (Graecarum affectionum curatio,
Sermo VIII, "De martyribus", en Migne, P. G., LXXXIII 1033) Procopius
de Caesarea (De aedificiis Justiniani I, ix; V, ix) y el "Martyrologium
Hieronymianum" (Acta SS., Nov., II, 1, 97). Pantaleón es
venerado en el Este como un gran mártir y un maravilloso trabajador. En los
años medios fue visto como un patrón santo de físicos y parteras, y se
convirtió en uno de los catorce guardias mártires. A partir de épocas
tempranas, una fuente fiable afirma que un poco de su sangre se conserva en
Constantinopla.
En la fiesta del santo se dice que la sangre se convierte en
liquido y burbujeante. Reliquias del Santo son encontradas en San Denis en
Paris; Su cabeza se venerada en Lyons. El Santo se celebra el 27 de julio
y el 18 de febrero.
Oremos
Confesamos, Señor, que sólo tú eres santo y que sin ti nadie
es bueno, y humildemente te pedimos que la intercesión de San Pantaléon venga
en nuestra ayuda para que de tal forma vivamos en el mundo que merezcamos
llegar a la contemplación de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo.
(Viernes de la 16ª Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo B - )
1) Oración inicial
Muéstrate propicio con tus hijos, Señor, y multiplica sobre ellos dones de tu gracia, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveren fielmente en el cumplimiento de tu ley. Por nuestro Señor.
2) Lectura Del santo Evangelio según Mateo 13,18-23 «Vosotros, pues, escuchad la parábola del sembrador. Sucede a todo el que oye la palabra del Reino y no la comprende, que viene el Maligno y arrebata lo sembrado en su corazón: éste es el que fue sembrado a lo largo del camino. El que fue sembrado en pedregal, es el que oye la palabra, y al punto la recibe con alegría; pero no tiene raíz en sí mismo, sino que es inconstante y, cuando se presenta una tribulación o persecución por causa de la palabra, sucumbe enseguida. El que fue sembrado entre los abrojos, es el que oye la palabra, pero las preocupaciones del mundo y la seducción de las riquezas ahogan la palabra, y queda sin fruto. Pero el que fue sembrado en tierra buena, es el que oye la palabra y la entiende: éste sí que da fruto y produce, uno ciento, otro sesenta, otro treinta.»
En esta fecha la comunidad católica recuerda a San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María y por tanto, abuelos de Jesús. Por ello, lo conmemora con alegría como el Día de los Abuelos como una oportunidad de celebrar también la vida en familia, pequeña Iglesia doméstica. ¿Qué representa un abuelo, una abuela? Lo valioso de ser la raíz de la vida en el núcleo cercano de hijos y nietos; que en su edad mayor han comprendido que el don de la vida “es demasiado bello y precioso como para no cansarse de él”. Así recorren ese tramo de su existencia con su belleza y sus propias tareas, derramando a los suyos el inconfundible apoyo que puede dar el amor. Conscientes de sus años maduros, los abuelos son parte del proyecto divino en el que colaboran al transmitir su experiencia y sabiduría a sus nietos que asoman al camino de la existencia como una vez lo hicieron con sus hijos. Esos abuelos, que a pesar de sus limitaciones, buscan día a día el camino de la madurez espiritual son por ello testimonio de crecimiento para su ámbito familiar. Así, honrar a los abuelos, con cariño y dedicación, es también honrar a la misma vida. Yo quiero saludar a todos los abuelos en su día y por tal motivo les acerca la oración que para ellos escribió el Papa Benedicto XVI: “Señor Jesús, tú naciste de la Virgen María, hija de San Joaquín y Santa Ana. Mira con amor a los abuelos, protégelos. Son una fuente de enriquecimiento para las familias, para la Iglesia y para toda la sociedad ¡Sosténlos! Que cuando envejezcan sigan siendo para sus familias pilares fuertes de la fe evangélica, custodios de sus nobles ideales, tesoros vivos de sólidas tradiciones religiosas. Señor, ayúdales a vivir serenamente y a sentirse acogidos durante todos los años de vida que les concedas”. Que así sea
(Jueves de la 16ª Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo B - )
1) Oración inicial
Muéstrate propicio con tus hijos, Señor, y multiplica sobre ellos dones de tu gracia, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveren fielmente en el cumplimiento de tu ley. Por nuestro Señor.
2) Lectura del Evangelio
Del Evangelio según Mateo 13,10-17 Y acercándose los discípulos le dijeron: «¿Por qué les hablas en parábolas?» Él les respondió: « Es que a vosotros se os ha dado conocer los misterios del Reino de los Cielos, pero a ellos no. Porque a quien tiene se le dará y le sobrará; pero a quien no tiene, aun lo que tiene se le quitará. Por eso les hablo en parábolas, porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden. En ellos se cumple la profecía de Isaías: Oír, oiréis, pero no entenderéis, mirar, miraréis, pero no veréis. Porque se ha embotado el corazón de este pueblo, han hecho duros sus oídos, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, con sus oídos oigan, con su corazón entiendan y se conviertan, y yo los sane. «¡Pero dichosos vuestros ojos, porque ven, y vuestros oídos, porque oyen! Pues os aseguro que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, pero no lo vieron, y oír lo que vosotros oís, pero no lo oyeron. Palabra del Señor
“¡Queridos hijos! Hoy los invito al bien. Sean portadores de la paz y de la bondad en este mundo. Oren para que Dios les dé fuerza a fin de que en su corazón y en su vida, reinen siempre la esperanza y el orgullo de ser hijos de Dios y portadores de su esperanza, en este mundo que está sin alegría en el corazón y sin futuro, porque no tiene el corazón abierto a Dios que es su salvación. Gracias por haber respondido a mi llamado. ”
(Miércoles de la 16ª Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo B - )
1) Oración inicial
Muéstrate propicio con tus hijos, Señor, y multiplica sobre ellos dones de tu gracia, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveren fielmente en el cumplimiento de tu ley. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Mateo 20,20-28 Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. Él le dijo: «¿Qué quieres?» Dícele ella: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino.» Replicó Jesús: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?» Dícenle: «Sí, podemos.» Díceles: «Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre.» Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos.» Palabra del Señor
Dios es para el hombre el único Señor. Lo ha creado y lo cuida constantemente con su Providencia amorosa. La existencia de la criatura y todo cuanto son o posee, lo ha recibido de Él. Por consecuencia, el hombre mantiene con Dios unos lazos y obligaciones en cuanto Creador y Ser Supremo: es el culto que debe rendírsele y que se vive con la virtud de la religión.
Horóscopos, amuletos, lectura de cartas… ¿se puede confiar en la adivinación sin que afecte a nuestra vida espiritual?
Alabar y adorar a Dios es lo que se conoce como culto. Esa necesidad ha sido sentida desde los hombres más primitivos hasta los de más elevada inteligencia, que se rinden sumisos al descubrir a Dios en su ciencia. En cualquier caso, el culto dado a Dios se realiza de un modo adecuado a la naturaleza del hombre, a un tiempo material y espiritual. Ya en el siglo XVII la Iglesia consideró como herética la proposición de Miguel de Molinos, a quien parecía imperfecto e indigno de Dios todo rito sensible, queriendo reducirlo a lo interno y espiritual. En las facultades del entendimiento y la voluntad es donde, ciertamente, se debe fundamentar el culto, pero no basta: se precisan también actos externos de adoración: arrodillarse ante el Sagrario, participar activamente en la Santa Misa, asistir con piedad a las ceremonias litúrgicas….. Pues el hombre no es sólo espíritu, y Dios es también creador del cuerpo.
En la práctica el culto se concreta en tener prontitud y generosidad ante todo lo referente a Dios. Y llega hasta el detalle de mostrar la reverencia debida a los objetos religiosos que usemos corrientemente: colocar el crucifijo en el sitio de honor de la habitación, guardar el agua bendita en un recipiente limpio, tratar con reverencia el libro de los Evangelios y el rosario, permanecer atento y con una postura digna dentro del Templo, especialmente en las bodas y otras ceremonias, donde es fácil que el gusto de saludar a los viejos amigos nos lleve a convertir el recinto sagrado en la antesala del salón de fiestas. Todos estos detalles de reverencia son parte del primer mandamiento, pues con ellos manifestamos nuestra fe de modo exterior.
¿No pasas nunca debajo de una escalera? ¿Llevas un amuleto colgado del cuello? ¿Evitas que haya trece comensales en la mesa? ¿Intentas tocar la madera cuando ocurre algo que “da” mala suerte? ¿Te sientes influido en tu estado de ánimo porque el horóscopo que leíste hoy no te era favorable? Si puedes responder “no” a estas preguntas, ni te inquietan otras tantas supersticiones populares, entonces puedes estar seguro de ser una persona bien equilibrada, con la fe y la razón en firme control de tus sugestiones.
En nuestra sociedad “tecnificada”, la falta de fe lleva a que cada vez haya más supersticiosos. La superstición es un pecado contra el primer mandamiento porque atribuye a personas o cosas creadas unos poderes que sólo pertenecen a Dios. La omnipotencia que sólo a Él pertenece se atribuye falsamente a una de sus criaturas. Todo lo que ocurre nos viene de Dios; no del colmillo de un tiburón o las consejas de un curandero. Nada malo sucede si Dios no lo permite, y todo lo que ocurre en nuestra vida o en la ajena es para bien, para que aquello de algún modo contribuya a nuestra santificación o a la del prójimo.
Del mismo modo, solamente Dios conoce de modo absoluto los acontecimientos futuros, sin “quizás” ni probabilidades. Todos somos capaces de predecir hechos que seguirán a determinadas causas. Sabemos a qué hora llegaremos mañana a la oficina (si nos levantamos a tiempo); sabemos qué haremos el fin de semana próxima (siempre y cuando no haya imprevistos); los astrónomos pueden predecir la hora exacta en que saldrá y se pondrá el sol el 15 de febrero del año 2019 (si el mundo no acaba antes). Pero no sabemos qué día moriremos ni quién será el presidente de la república dentro de veinte años. Dios conoce todo, tanto los eventos posibles como el feliz desarrollo de acontecimientos necesarios.
De ahí que creer en adivinos o espiritistas sea un pecado contra la fe que Dios ha querido que tengamos en Él y en su providencia. El supersticioso es un crédulo que funda su fe en motivos al margen del plan de Dios. Los adivinos son hábiles charlatanes que combinan la ley de las probabilidades con el manejo de la psicología y la autosugestión del cliente, y llegan a convencer incluso a personas inteligentes y cultas.
En sí misma, la superstición es pecado mortal. Sin embargo, muchos de estos pecados son veniales por carecer de plena deliberación, especialmente en los casos de arraigadas supersticiones populares: números de mala suerte y días afortunados, tocar madera y cosas por el estilo. Pero si se hace con plena deliberación y deseo, acudir a esos adivinos, curanderos o espiritistas, el pecado es mortal. Aun cuando no se crea en ellos, es pecado consultarlos profesionalmente. Incluso si lo que nos mueve es sólo la curiosidad, es ilícito, porque damos mal ejemplo y cooperamos al pecado ajeno. Decir la buenaventura echando las cartas o leer la palma de la mano en una fiesta, cuando todo el mundo sabe que es juego para divertirse que nadie toma en serio, no es pecado. Pero una cosa bien distinta es consultar en serio a adivinos profesionales.
Sobre este tema, la aparición de acontecimientos por encima de lo ordinario no puede ser debida sino al demonio. De ahí que la gravedad de la superstición se mide por la mayor o menor intervención del temible enemigo del hombre. Cuando hay invocación explícita del demonio, el pecado es gravísimo. Si es implícita -por ejemplo, el que inconscientemente lo relaciona con fuerzas ocultas- el pecado también es mortal.
De algún modo puede haber invocación implícita al demonio en las películas, obras teatrales, etcétera, que imprudentemente hacen aparecer intervenciones satánicas, para infundir terror, manifestar prodigios… a nuestro “hombre adulto” cada vez más deseoso de descargas de adrenalina. Hay invocación explícita -confirmada y aceptada por los mismos autores- en la letra de las canciones de ciertos grupos musicales modernos. En ambos casos -visuales o auditivos- existe la obligación grave de no formar parte como espectador o como escucha.
(Martes de la 16ª Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo B - )
1) Oración inicial Muéstrate propicio con tus hijos, Señor, y multiplica sobre ellos dones de tu gracia, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveren fielmente en el cumplimiento de tu ley. Por nuestro Señor. Amen.
2) Lectura
Del santo Evangelio según Mateo 12,46-50 Todavía Jesús estaba hablando a la muchedumbre, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera y trataban de hablar con él. Alguien le dijo: «¡Oye! ahí fuera están tu madre y tus hermanos que desean hablarte.» Pero él respondió al que se lo decía: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Y, extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. Pues todo el que cumpla la voluntad de mi Padre de los cielos, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.»
(Lunes de la 16ª Semana del Tiempo Ordinario - Ciclo B - )
1) Oración inicial
Muéstrate propicio con tus hijos, Señor, y multiplica sobre ellos dones de tu gracia, para que, encendidos de fe, esperanza y caridad, perseveren fielmente en el cumplimiento de tu ley. Por nuestro Señor.
2) Lectura
Del Evangelio según Mateo 12,38-42 Entonces le interpelaron algunos escribas y fariseos: «Maestro, queremos ver un signo hecho por ti.» Mas él les respondió: «¡Generación malvada y adúltera! Un signo pide, y no se le dará otro signo que el signo del profeta Jonás. Porque de la misma manera que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así también el Hijo del hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres noches. Los ninivitas se levantarán en el Juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás, y aquí hay algo más que Jonás. La reina del Mediodía se levantará en el Juicio con esta generación y la condenará; porque ella vino de los confines de la tierra a oír la sabiduría de Salomón, y aquí hay algo más que Salomón.